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Francia vuelve a caer en una batalla por Waterloo

BRUSELAS.- Aquí, en la Real Casa de la Moneda de Bélgica, unas máquinas llamadas jirafas lanzan unos 850 euros por minuto.

Por momentos, en el verano del 2008, todas esas monedas, relucientes, habrían valido mil 360 dólares. Ahora, son cerca de 950 dólares, un síntoma de la incapacidad de Europa para navegar en la crisis. Aun cuando mejora tan ligeramente el panorama en la región, la moneda simplemente no puede sacudirse el espectro de un crecimiento moribundo, ni de los problemas de Grecia.

Sin embargo, en la ceca, había inquietudes más inmediatas durante una visita reciente. Como la batalla de Waterloo.

Dado que a los miembros de la eurozona se les permite producir una cantidad limitada de monedas conmemorativas, los belgas acuñaron recientemente una pieza de dos euros para conmemorar el 200 aniversario de la batalla, con la cual terminó el régimen de Napoleón en Francia.

Sin embargo, se enteraron los franceses. Protestaron ante funcionarios europeos con el argumento de que el diseño de la moneda, en el que aparece un león sobre un mapa, “parece prejuicioso en un contexto en el que los gobiernos de la eurozona están tratando de fortalecer la unidad y la cooperación mediante la unión monetaria”.

Con 19 miembros, se suponía que la eurozona sería la vanguardia de los esfuerzos de integración de Europa. Sin embargo, ha tenido muchos problemas para tratar de resolver los más grandes: si integrarse más firmemente o distanciarse, por ejemplo, o qué hacer con Grecia. Tratar de manejar una unión monetaria sin unión fiscal y con 19 plataformas de política financiera ha contribuido a un gobierno conflictivo.

Los formuladores europeos de las políticas sí tienen la habilidad de obsesionarse con los detalles. Regularon la curvatura de los pepinos y las jarras que se usan para servir el aceite de oliva en los restaurantes.

Ahora están abordando el problema apremiante de Waterloo. Uno de los principales combatientes, Prusia, se retiró hace mucho. Y el sitio de la batalla está en un país que no existía en ese entonces, la Bélgica de la época moderna.

Prevaleció el lado de Napoleón en la escaramuza por los euros conmemorativos. Los belgas se quedaron con 180 mil monedas nuevas que tuvieron que destruirse. Cuando un reportero empezó a reírse ante la idea de que los países europeos pelearan de nuevo por Waterloo, lo reprendieron ligeramente.

“Se puede reír”, dijo André A. Toujour, el gerente adjunto de la Real Casa de Moneda. “Nosotros no”.

El valor del euro es tanto psicológico como financiero.

Este año, el euro ha estado coqueteando con la paridad del dólar estadounidense, subrayando las fortunas divergentes de las economías de Estados Unidos y Europa. Desde su introducción en 1999, el euro ha estado a la par del dólar solo en dos ocasiones.

En su debut, empezó un poco arriba del dólar, después cayó rápidamente. Ello sucedió en un fuerte periodo para el dólar que reflejaba el auge del punto com. Esa burbuja reventó finalmente y, para noviembre del 2002, volvieron a estar a la par, cuando el euro aumentó contra del dólar.

El euro llegó a subir hasta 1.60 dólares en el 2008. Sin embargo, empezó a caer a medida que divergía el desempeño económico de Estados Unidos y de la eurozona. La Reserva Federal de Estados Unidos asumió una postura mucho más agresiva que la del Banco Central Europeo, esencialmente con la impresión de dinero para contener a la crisis financiera. Y se aceleró la decadencia del euro durante gran parte del año pasado.

La ceca belga produjo más de 42 millones de monedas europeas el año pasado – desde las de un centavo hasta las de dos euros – con valor nominal de 12.9 millones de euros. Eso valía cerca de 15.6 millones de dólares al final del año. Allá en abril del 2008, habrían valido 20.6 millones de dólares.

“Es una señal de que la economía de la zona del euro es más débil que la economía de Estados Unidos”, notó Zsolt Darvas, un investigador en Bruegel, una organización de investigación en Bruselas. La economía estadounidense creció 2.4 por ciento el año pasado, en comparación con 0.9 por ciento en la eurozona.

A medida que divergen sus economías, lo mismo pasa con las políticas monetarias. Estados Unidos está abandonando su práctica agresiva de expansión cuantitativa, en la que creó dinero para comprar vastas cantidades de bonos y ahora está posicionado para empezar a aumentar las tasas de interés. Europa, entre tanto, está empezando la expansión cuantitativa. Así es que un lado decidió dejar de incrementar el suministro de dinero, mientras que el otro está empezando a hacerlo, lo cual está empujando a las monedas en direcciones opuestas.

En las últimas semanas, el euro se estabilizado algo, a medida que los vientos económicos han cambiado a favor de Europa. La economía ha mostrado ciertos destellos débiles de crecimiento, mientras que los datos recientes indican que la recuperación estadounidense podría ser más suave de lo que se había pensado. Y el atractivo de Europa sigue siendo poderoso para la serie de inmigrantes que arriesgan morir al cruzar el Mediterráneo para llegar a sus costas.

Sin embargo, el euro – un volátil reflejo del ánimo del mercado – apenas si está en terreno firme. A Grecia se le está acabando rápidamente el dinero, lo que ha generado inquietudes de que el podría abandonar la zona de la moneda.

“Sigue habiendo grandes diferencias de fundamento que cubrir y tender puentes”, dijo hace poco Jeroen Dijsselbloem, el presidente de una organización de ministros de finanzas de la eurozona, poco antes de que el primer ministro de Grecia, Alexis Tsiparas, reorganizara a su equipo de negociaciones en un intento por revivir las conversaciones con los acreedores internacionales.

Este año, Moody’s proyectó que el euro no caería por debajo del dólar en el 2015, mientras que otros, como el Deutsche Bank, han visto que es más factible que la paridad caiga a finales del 2015 y a 85 centavos de dólar para el 2017.

Está aumentado el valor de un tipo, como la moneda de Waterloo, ahora excesivamente rara. En la ceca real, las jirafas, con los larguiruchos cuellos anaranjados, succionaban metal sin forma de unas charolas y lo depositaban en máquinas grises, rectangulares, donde les dan forma a base de golpes. Se trata del sueño europeo de la unidad en la que es, quizá, su forma más tangible, aunque incierta.

“Es una base”, notó Bernard Gillard, quien dirige la ceca real. “Una base para los países europeos”, repitió Toujour.

Con una llave en la mano, Gillard fue a buscar una moneda en la caja de seguridad. Deja su tarjeta de presentación en los millones de monedas que se producen aquí, una pequeña imagen de un gato, porque él tiene siete en su casa.

Retornó con una moneda Waterloo sobreviviente, la cual tenía una cubierta protectora, y la colocó sobre una mesa en su oficina. “Es un diseño hermoso”, dijo.

Toujour comentó: “Nos asombró bastante porque ya teníamos lista gran parte de la producción, así es que ahora solo fue pérdida de tiempo y de dinero, y un desperdicio de todo, gracias al gobierno francés”. El gobierno francés declinó hacer comentarios.

Fuente: El Financiero

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