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Bruselas plantea la retirada de circulación de las monedas de 1 y 2 céntimos de euro

De extremo a extremo. A las peticiones de suprimir los billetes de 500 euros para obstaculizar el blanqueo de dinero se suma ahora la iniciativa de la Comisión Europea, que estudia pros y contras de la eliminación de las monedas de 1 y 2 céntimos. Alega que su producción se ha encarecido mucho y que su uso es cada vez menor. Aunque los comerciantes devuelven el cambio exacto, los usuarios no se toman la molestia de emplear estas piezas fraccionarias al realizar sus pagos, lo que obliga a fabricar cantidades ingentes, argumenta. Pero los consumidores temen que en este caso, como ocurrió con la entrada en vigor de la moneda única, predominen los redondeos al alza y, en definitiva, suban los precios.

Puesto que el valor de la peseta era muy inferior al del euro -el canje se realizó a 166,386- nadie planteó inicialmente en España la supresión de las monedas inferiores a 5 céntimos, equivalentes a 1,6 pesetas y 3,2 pesetas, poco más o menos. Fueron Finlandia, en 2002, y los Países Bajos, en 2004, quienes decidieron sacarlas de circulación. En sus cuentas utilizan desde entonces el llamado 'redondeo sueco'. Aunque los precios aislados se muestran con una precisión de 0,01 euro, la suma total se reconduce a los 5 céntimos cercanos, por aproximación a la baja o al alza. Las monedas fraccionarias acuñadas al principio en estos países pasaron a ser objetivo de coleccionistas.

En España, en los primeros años de vigencia del euro, las monedas de menor valor también fueron desapareciendo de la circulación poco a poco, pero han 'resucitado' en fecha reciente tras la subida del Impuesto sobre el Valor Añadido del pasado septiembre. Los precios de los componentes de la cesta de la compra, y de los consumos más habituales -ya redondeados- se actualizaron con la aplicación de la nueva fiscalidad. Las piezas de 1 y 2 céntimos están presentes en las 'vueltas' del bar y del supermercado.

Bruselas ha dirigido una consulta a los países, los bancos, las empresas y las asociaciones de consumidores europeas.

En sus planteamientos sugiere cuatro opciones: mantener la moneda fraccionaria sin cambios, fabricarla ahorrando costes de materia prima o de los procesos de producción, retirarla de una sola vez -con normas de redondeo a cumplir desde el primer día- o sacarla de la circulación paulatinamente. Prevé que, de darse este último supuesto, las monedas se dejarían de fabricar, pero seguirían siendo de curso legal y en tres o cuatro años llegarían a desaparecer.

Temor a la inflación

Según la Comisión Europea, la ventaja de mantener las monedas de 1 y 2 céntimos es el mantenimiento de los hábitos de los consumidores. Si se decide la retirada habría que crear normativa de redondeo para que todos los precios acaben en 0 ó 5. Además, suprimir estas monedas fraccionarias podría ser mal percibido por los ciudadanos que suelen reaccionar negativamente, al intuir que estas medidas siempre van acompañadas de alzas de precios. Responde el Ejecutivo comunitario que en las cuentas agregadas, como las del supermercado o el restaurante, el redondeo solamente se aplicaría en la línea final de la factura y no en los importes aislados. El impacto inflacionista se vería por tanto reducido.

Bruselas atribuye importantes ahorros a la supresión de las piezas monetarias de menor valor. La iniciativa se plantea porque, desde la introducción del euro en 2002 se han acuñado 46.000 millones de monedas de 1 y 2 céntimos, y el cobre que se emplea se ha encarecido un 425%. En total, los países han incurrido en sobrecostes de producción superiores a los 1.400 millones de euros cuando el importe de las monedas ronda los 714 millones.

Fuente: La verdad


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