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Roma empuja al euro al borde del abismo

Berlusconi

Italia arrastró este miércoles hasta el borde del abismo a la zona euro. La confusa dimisión de Silvio Berlusconi, para la que no hay una fecha concreta, y las dudas sobre la aplicación de las reformas exigidas por la UE dispararon la prima de riesgo del país hasta los 574 puntos básicos. Esta cifra, que mide el diferencial con el bono de referencia alemán, supera de largo los niveles que alcanzaron Grecia, Irlanda y Portugal cuando fueron rescatados. La articulación de un salvavidas para Italia resulta impensable por su coste astronómico, lo que pone en entredicho hasta la supervivencia de la moneda única.
Los mercados empujaron la deuda italiana hasta su récord histórico en torno a la una de la tarde. Para entonces, nadie se aclaraba del todo con la renuncia de Berlusconi, que sólo se hará efectiva cuando se aprueben los ajustes reclamados por la UE para tranquilizar a los inversores. Además, se teme que tras el visto bueno a los recortes se produzca un largo vacío de poder hasta la formación de un nuevo Gobierno o la celebración de elecciones, una circunstancia que el presidente transalpino, Giorgio Napolitano, intentó ahuyentar por la tarde. El mandatario se comprometió a actuar rápido para que el país no quede en un peligroso limbo.
La promesa de Napolitano, sin embargo, llegó tarde para frenar la escalofriante escalada de la deuda nacional. La prima de riesgo superó con creces los 544 con los que se rescató a Irlanda o los 500 de Grecia. En cuanto a la rentabilidad del bono transalpino a 10 años, el interés alcanzó el 7,40% frente al 1,73% del título de referencia germano. Los expertos consideran que la situación se vuelve insostenible para las finanzas de cualquier país una vez que se franquea la barrera del 7%.

Demasiado grande
Las dificultades de Italia suponen una verdadera amenaza para el euro por su tamaño y por su historia. Con una deuda de 1,9 billones -120% de su PIB-, el país transalpino es demasiado grande como para que sus socios puedan cargar con él. Sólo el año que viene, Roma necesita refinanciar 300.000 millones. Si la Eurozona tuviera que acudir al rescate porque no pueda obtener fondos a precios razonables en los mercados, tendría que cubrir de entrada esta cantidad y volúmenes similares en los próximos años. Según algunos cálculos, se necesitaría en total un billón.
A trancas y barrancas, los miembros de la moneda única intentan culminar antes de fin de año el refuerzo del fondo de rescate. Este mecanismo, dotado actualmente con 440.000 millones, alcanzará previsiblemente el billón. En cualquier caso, si Italia cayera el posible efecto dominó sería devastador y el coste inasumible.
Fuentes de la Eurozona reconocieron que no existe ningún plan para auxiliar a Roma. "Italia sabe que dado su tamaño no puede esperar recibir ayuda exterior", resumió el martes la ministra de Finanzas austriaca, Maria Fekter. Elena Salgado fue más optimista e insistió en que la economía transalpina es "fuerte".
En un plano más simbólico, la bancarrota italiana podría representar el golpe definitivo para el euro, nacido hace apenas una década. El país transalpino no sólo fue uno de los seis socios fundadores de la UE en 1957, sino que es la tercera economía del euro y la octava mundial. Este último dato confiere una dimensión internacional al escenario actual. Por ello, la directora del FMI, Christine Lagarde, llamó a actuar con "valentía" para evitar el riesgo de caer en "una espiral de incertidumbre, inestabilidad financiera y potencial colapso de la demanda global".
En manos del BCE
Con Italia en alero, varios analistas insistieron en que ha llegado el momento de que Mario Draghi, nuevo presidente del BCE, dispare "la bala de plata". Según el 'Financial Times', el supervisor del euro es la única entidad con músculo suficiente para cortar de raíz el contagio a Roma. Un especialista de la 'Biblia' de los mercados insistía en que el guardián de la moneda única debe asegurar su apoyo ilimitado a los países en problemas. La idea sería que convirtiera su programa "temporal" de compra de bonos en una herramienta permanente para calmar definitivamente la situación.
El rotativo británico se interrogaba por el papel del BCE en estos últimos días. Al parecer, el supervisor no ha adquirido bonos italianos tan activamente como en otras tormentas en un signo de que sólo ofrece su protección si un Gobierno responde con reformas.
"¿Será considerado el BCE un cómplice de la caída de Berlusconi?", anotaba el diario. De acuerdo a varios operadores de los parqués, el organismo con sede en Fráncfort cambió de estrategia y empezó a comprar títulos transalpinos "agresivamente". Pese a la gravedad de la situación, la UE parece agotada de tanta crisis. Sólo Herman Van Rompuy se pronunció con cierto coraje al remarcar que "el objetivo es mantener a la zona euro unida con sus 17 miembros a bordo". Las palabras del presidente del Consejo Europeo tienen su miga porque tras el fallido referéndum griego ha emergido un debate sobre la creación de una Eurozona más pequeña sin los países con mayores desequilibrios económicos.

Fuente: El diario Montanés

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