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Los Céntimos de euro enfrentan su posible Fin

Los céntimos de euro son objeto de críticas: su fabricación es costosa y, para muchos, su uso cotidiano es fastidioso. De ahí que la Comisión Europea sopese la posibilidad de eliminar las diminutas monedas de cobre.

La crisis financiera en el bloque comunitario ha envalentonado a los adversarios de la unión monetaria europea. El nuevo partido Alternativa para Alemania, por ejemplo, exige que se ponga fin a la circulación del euro en territorio germano y se retorne al “siempre confiable” marco alemán, que fue la moneda oficial de la República Federal de Alemania desde 1948 hasta el año 2002. Pero no es ese clamor el que ha llevado a la Comisión Europea a considerar la eliminación de las monedas de uno y dos céntimos de euro.

Tanto el Parlamento Europeo como el Consejo Europeo instaron al Comisario Europeo para Asuntos Monetarios, Olli Rehn, a sopesar la posibilidad de detener la producción de las diminutas monedas de cobre. Y es que, según las encuestas realizadas por el equipo de Rehn entre políticos, economistas y empresarios europeos, “la fabricación de las piezas de uno y dos céntimos es un negocio que sólo da pérdidas”. El precio de los metales que componen la moneda –hierro por dentro, cobre por fuera– es mayor que el valor nominal de la misma.

La Comisión Europea calcula que, desde la instauración del euro como moneda comunitaria, la diferencia entre los costos de producción y los valores nominales de estos centavitos asciende a aproximadamente 1.400 millones de euros. A eso se suman los altos costos de distribuir las monedas en los comercios, una tarea que, en Alemania, es asumida por el propio banco central nacional. Desde 2002, el Banco Central de Alemania ha reducido su red de filiales para reducir los gastos, pero eso afecta a los comerciantes que deben buscar su dinero personalmente.

En Finlandia y los Países Bajos las monedas de uno y dos céntimos de euro ya han dejado de circular, prácticamente: todos los precios son ajustados hacia arriba o hacia abajo para que los consumidores puedan pagar con monedas de cinco céntimos de euro. Pero, a juicio de Stefan Hertel, portavoz de la Federación de Comerciantes de Alemania, ese escenario es inimaginable en la tierra de Goethe, al menos por ahora. “La gran mayoría de los consumidores alemanes aprecia estas moneditas y desea conservarlas”, sostiene Hertel, citando un sondeo del Banco Central de Alemania.

Y a los comerciantes les interesa que estas monedas sigan circulando en Alemania porque las ventas de productos aumentan cuando estos se ofrecen por montos que culminan en “99 céntimos”; un fenómeno que llevó a los profesionales del mercadeo a estudiar la psique de los consumidores con mayor detenimiento hace ya décadas. En todo caso, los negocios alemanes le dan una gran importancia a las monedas de uno y dos céntimos de euro. Es por eso que Carl-Ludwig Thiele, ejecutivo del Banco Central Alemán, dice que no se eliminarán estas monedas mientras la mayoría de la población esté en contra de esa moción.

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