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Entrevista a Antonio Olmos director de la fábrica burgalesa de papel moneda

Antonio Olmos nació en Madrid en 1964 e ingresó en la Real Fábrica Nacional de la Moneda y Timbre con 15 años. Fue representante de España en Fránkfurt en el preámbulo al lanzamiento del euro. Dirige la planta de Burgos desde 2001. Está casado y tiene dos hijas.

Solo con palpar un billete de euro cualquiera, Antonio Olmos sabe en qué fábrica y en qué país se ha impreso. Como explicación a sus habilidades ofrece una sonrisa y recuerda que, al fin y al cabo, la impresión de papel moneda es su «negocio» desde hace 33 años, cuando siendo adolescente ingresó en la sede madrileña de la compañía. En su larga trayectoria ha desempeñado diversas tareas tanto en España como en Frankfurt, dentro del Banco Central Europeo, en el momento en el que se estaba decidiendo cómo, cuándo y de qué manera se lanzaría la moneda común, de la que Olmos es un férreo defensor, y más ahora que se ha anunciado un nuevo billete de 5 euros. Volvió a España para ponerse al frente de la fábrica burgalesa, en la que ha llevado a cabo ajustes que, dice, están permitiendo capear el temporal de la crisis sin sobresaltos.

¿Cómo ha afectado la crisis? ¿Han reducido plantilla?
Hablando a nivel de la Fábrica Nacional de la Moneda y Timbre (FNMT), no solo de Burgos, nos ha afectado porque muchos de nuestros clientes son organismos oficiales que ven reducidos sus recursos y, por lo tanto, hay menos facturación. En 2008 teníamos una cifra de beneficios después de impuestos de 55 millones, hablo de toda la compañía, y el año pasado lo cerramos con casi 32 millones. Muchas veces estamos, entre comillas, mal vistos, pero somos rentables, tenemos estos millones de beneficios anuales que se revierten al Estado y, por tanto, estamos hablando de que nuestro funcionamiento es en términos de viabilidad y rentabilidad.

Pero ¿y en cuánto a personal?
Ha habido una reducción continuada de la plantilla, pero por necesidades puras de automatización de procesos, porque nos lleva a mejoras en materia de seguridad y de calidad. En paralelo, hemos intentado que todos los nuevos puestos fuesen de mayor cualificación que los que teníamos previamente. Por lo tanto, estamos en un equilibrio de plantilla muy ajustado, pero que es la única forma de competir en el mercado.

¿Qué plantilla tienen ahora?
En este momento, en Burgos somos 170 trabajadores, de los cuales un 65% están dedicados a la producción y el resto estamos en servicios auxiliares e investigación.
Y de cara al año que viene, ¿la fábrica de Burgos seguirá reduciendo o se ha estabilizado?
Somos deficitarios, nos faltan vacantes por cubrir. La crisis no ha hecho que esta fábrica tenga que reducir, esta fábrica venía haciendo optimización de plantilla y recursos desde hace muchos años. Igual que en la reducción del gasto, venimos haciéndolo desde hace bastantes años para intentar soportar menos costes fijos dentro de nuestros productos a vender en mercado. Esto es algo extraño para una empresa pública, pero es que el 60% de nuestra producción está en el mercado internacional.

¿Por qué?
En España, suministramos papel moneda, papel para pasaportes y papel para sellos, precintos de alcoholes o de tabacos. En cómputo global esto es, aproximadamente, el 40% o el 50% como máximo de nuestra producción anual. Por lo tanto, el diferencial lo tenemos que vender en el mercado internacional. Donde somos más activos es en el mercado euro;es decir, vendemos papel euro a otros países en Europa. Este año, por ejemplo, fabricamos todo el papel para Bélgica, todo el papel para Portugal, Irlanda y también el de nuestro país. El diferencial, lo vendemos a países de todo el mundo. Estamos homologados - es decir, capacitados técnicamente para fabricar- en 38 o 40 países más. En este momento, vendemos papeles a Nigeria, a Filipinas, Argentina. México, Colombia, Turquía, estamos en una licitación para Indonesia... Si hablamos de sellos, estamos fabricando para Taiwan, para Bangladesh, para Sri Lanka, para Filipinas también, para Nigeria... Estamos exportando a todo el mundo.
Al igual que la exportación está siendo la salvación para gran parte del tejido industrial burgalés, también lo es para la Fábrica de la Moneda.
Nuestra fábrica no tendría sentido trabajando solo para nuestra imprenta en Madrid. Es nuestro cliente principal, pero reduciendo la producción a la demanda interna, no entraría en costes. Para nuestras propias imprentas sería más barato comprar el producto en el exterior que verlo suministrado desde su fábrica de Burgos. Para nosotros lo importante es ser rentables.

Decía que fabrican para Bélgica y otros países. ¿Es que allí no tienen fábricas de papel moneda o es que la planta de Burgos es más competitiva?
Son las dos cosas. Lo habitual es que muchos países tengan su propia imprenta. Pero el coste de mantener una fábrica de papel y el nivel de inversión y tecnología es tan alto, que a no ser que el volumen a emitir sea muy grande, no le interesa a ningún país tener una fábrica de papel. Lo normal es que sean grupos privados. Nosotros somos un rara avis, porque somos una empresa pública, pero no somos parte del banco central, aunque dependemos directamente del Ministerio de Hacienda. Todos los privados y las fábricas vamos a los concursos públicos que sacan los bancos, en este caso el de Bélgica. A partir de ahí estamos hablando de tiempos de entrega, servicio y precio, como cualquier otro producto.
El Banco Central Europeo (BCE) acaba de anunciar un nuevo billete euro para mayo. En este sentido, ¿hasta qué punto les imponen medidas de seguridad y qué margen de innovación y competitividad tienen ustedes?
El Banco Central Europeo, como cualquier otro banco central, cuando va a hacer una nueva serie de billetes analiza los diferentes elementos de seguridad que hay en el mercado y que ofrecen distintas empresas. A partir de ahí, basándose en sus propios criterios, selecciona aquellas que puedan encajar en la filosofía de los nuevos billetes que quiere crear. Esta fábrica, siendo papelera euro, es muy activa y, por decirlo de alguna manera, somos de confianza para el BCE para muchos desarrollos y proyectos y, por lo tanto, hemos participado en muchas de las cuestiones que se harán realidad en los billetes de la nueva serie euro. Como ya comentó Mario Draghi, el primero que se lanzará será el de 5 euros. Se hará público en enero y se lanzará en mayo, pero de las tres características que ya avanzó Draghi, dos de ellas van en el papel. ¿Por qué? Porque se entiende que muchos de los elementos que reconoce el ciudadano están en el papel.

Entiendo que se refiere a elementos de seguridad.
Sí, marcas de agua, elementos de seguridad que van en el papel, elementos que van adicionados al papel, elementos que van impresos dentro de la fábrica de papel... Por ejemplo, en el billete actual, si cogemos un papel de 5, 10 o 20 euros, tanto la marca de agua como las fibrillas fluorescentes o los hilos de seguridad, la banda holográfica que va en el lateral o la tinta iridiscente que va en el reverso... Todo eso se hace en el papel y se suministra desde aquí, desde Burgos, a las imprentas euro.
¿Cómo se decide un diseño? Es decir, ¿cómo se llegó al rostro de Europa para la nueva serie?
Cada banco central decide el suyo. Quienes llevamos tiempo en este negocio, y Draghi lo dijo en la presentación, siempre hemos dicho que el retrato es algo que gusta más y se reconoce mejor, que lo que es solamente un arco. En la nueva serie se quiere mantener el mismo estilo, pero no puedo decir más. Solo que en la marca de agua, en el diseño y en el desarrollo de la nueva serie la fábrica de Burgos tiene mucho que ver.

En cualquier caso, se ha buscado mayor seguridad. ¿Es ahí donde debe centrarse la investigación?
Esta fábrica está volcada en la investigación para poder competir y tener ventajas en elementos de seguridad.
¿Un billete de euro con papel español e impreso en España es distinto a uno hecho en Holanda, por ejemplo?
A efectos del público son iguales, porque tienen que cumplir las mismas características.
Pero usted los podría diferenciar.
Sí claro, porque es mi negocio. Sabría quién ha fabricado el papel y quién lo ha impreso.
¿Y qué aprecia usted que el ciudadano ignora?
Lo primero es saber cuál es el banco emisor. Sabes si compra los billetes o si compra solo el papel, a quién le encarga normalmente los billetes... Ahí tienes unas referencias. Luego, analizando la impresión hay códigos de plancha y otras cuestiones que no puedo desvelar, pero se puede saber perfectamente.
Cuando se lanzó el euro, mucha gente lo criticó porque dijeron que era peor que la peseta, que se manchaba y envejecía antes. ¿Es una crítica fundada?
En esencia, el billete euro tiene las mismas características en su composición que el de la peseta. Lo que pasa es que hay algunas diferentes, que hacen que para el público pueda tener otra sensación con respecto a lo que tenía un billete que había circulado muchos años en sus manos. También hay que tener en cuenta que cuando se unifican criterios en muchos países del mundo, al final, hay cosas a favor y en contra. Pero no es peor. Y la nueva serie será mejor, para eso estamos trabajando.
Hablaba antes de la relación con el BCE ante el nuevo billete de cinco euros. Como fábrica, ¿qué relación tienen en el día a día con el BCE?
Hay mucha en dos líneas: como fabricante y participante en muchos proyectos de pruebas, validación industrial, fabricaciones piloto o de larga escala para la nueva serie, por ejemplo. Pero luego hay una segunda parte. Dado que el Banco de España no tiene imprenta y no tiene personal experto en papel e impresión, participamos en muchos grupos de trabajo y discusión dentro del BCE por designación del Banco de España.
Con cierta frecuencia se plantean escenarios económicos apocalípticos que conllevan la vuelta a la peseta. ¿Estaría preparada la fábrica para un cambio así?
Nosotros hemos estado volcados en el lanzamiento de la moneda única y estamos comprometidos con el euro. Sería un paso atrás, pero igual que fabricamos el papel para Nigeria o Filipinas, si hay que fabricar el nuevo dracma o la nueva peseta, pues lo hacemos sin problemas. Es nuestro oficio. Pero no quiero pensar en eso.

¿Y podrían llegar a fabricar moneda?
No. La moneda la fabrica nuestra empresa, pero en Madrid.
Antes decía que la FNMT está mal vista. ¿A qué se refiere?
La empresa pública, y más en estos tiempos, se asemeja a lo que son los ministerios y los funcionarios: tenemos la mala imagen de que costamos dinero al ciudadano. Yo pienso que la función pública es necesaria en un país y creo que todo se puede optimizar. Una empresa como la nuestra es productiva y compite en el mercado, tiene unos rendimientos y genera beneficios. Hablamos de 50 o 30 millones de euros de beneficios después de impuestos y otros veintitantos millones de impuestos. No por ser empresa pública se tiene que ser deficitario.
La Fábrica de la Moneda lleva más de medio siglo en Burgos y, sin embargo, es bastante desconocida. ¿A qué cree que se debe?
Por cuestiones de seguridad, a nuestra fábrica no le interesa demasiado la publicidad. Pero en cuanto aparecen los presupuestos Generales del Estado, aparece la cifra de inversión de esta fábrica y, entonces, mucha gente empieza a interesarse. ¿Por qué? Porque este año hemos estado en ocho millones y medio de euros de inversión, pero desde el 2007 llevamos medias de inversiones de cinco millones de euros. Pero las inversiones hay que amortizarlas y esta fábrica tiene volúmenes de amortización del 70% de su activo. Siempre que hay una nueva serie de billetes euro tienes que adaptar tu maquinaria, y requiere inversiones más alta: el año que viene estaremos en volúmenes de más de doce millones y medio de euros de inversión. Son cifras muy importantes. Ahí es cuando la fábrica llama la atención, porque invierte.

¿Qué volumen de producción tienen al año?
Esta fábrica tiene dos líneas principales: una de papel de alta seguridad, que llamamos papel de billetes de banco o de pasaportes, fundamentalmente. Son unas 2.000 toneladas de papel al año y cada tonelada es el equivalente a un millón de billetes. Es decir, son dos mil millones de billetes al año en el mercado. Es importante saber que Burgos fabrica el 18% de todo el papel euro. Ahora mismo estamos en una licitación de papel euro para Italia, Austria y Francia, y también para Indonesia, Venezuela, Perú... Ese es el día a día de nuestra fábrica. Y luego, en papel de sellos tenemos unas 450 toneladas. Pero también fabricamos el soporte de algunas entradas como las de la liga de fútbol profesional o papeles especiales para otros tickets con características de seguridad, como las entradas de la Alhambra. Y también los papeles para precintos de alcoholes, tabacos y algunos papeles oficiales para notarios.

¿De Burgos, el papel va a Madrid, se imprime y se pone en circulación?
Claro. Nosotros suministramos una materia prima clave para que las imprentas, sea la nuestra en Madrid o sea en Bélgica o en Portugal o en Manila, impriman los billetes. Y ellos, dentro de las políticas de sus bancos centrales, emiten aquellos billetes que se precisan: para reponer, para lanzar nuevas series... En el caso de España, el producto es del Banco de España, no nuestro. Pero lo que es cierto es que hay aguas del Arlanzón circulando en muchos billetes por el mundo.

¿El hecho de que la fábrica esté en el casco urbano, tiene alguna incidencia? ¿Beneficia o perjudica?
El ser una papelera dentro del casco urbano nos lleva a comprometernos aún más en cuestiones relacionadas con el medio ambiente. Algunas viviendas están pegadas a la valla, nos gustaría tenerlas más lejos, pero el plan de urbanismo lo permitió y nos lleva a tener mayores inversiones y controles en materia de contaminación acústica o de cualquiera de nuestros elementos de funcionamiento. Tenemos calderas de gas para generar nuestro vapor, tenemos unidad de climatización porque el papel es una materia viva, funcionamos 332 días al año durante 24 horas y tenemos ventiladores, que tienen sus silenciadores para evitar que algún vecino no pueda dormir por nuestros ruidos. Complica, pero es lo que nos ha tocado.

Además las papeleras suelen ser bastante contaminantes.

Sí, pero no nuestra fábrica. Las papeleras suelen obtener la fibra de madera y nosotros fabricamos con algodón. Pero no compramos la planta, lo compramos reciclado. Lo que las fábricas textiles de todo el mundo rechazan porque es fibra corta para fabricar el hilo, nosotros lo compramos para papel. Y para blanquearlo usamos agua oxigenada, hacemos como una lavandería, generamos un agua con el que no hay problema. Captamos agua del río, pero no vertemos al río, sino al colector municipal. Y tenemos una planta de tratamiento del agua antes de verter porque nuestro compromiso es controlar nuestro vertido para que los fangos de la depuradora municipal se sigan pudiendo utilizar como abono para agricultura.

¿Y las tintas? Porque el papel de los billetes tiene coloración.

Nosotros no somos impresores. Tenemos colorantes y sí imprimimos la banda iridiscente, pero esas tintas son residuos que gestionamos a través de gestores autorizados.
Yel hecho de estar en el centro urbano, ¿les obliga a tener mayores medidas de seguridad?
Los requisitos de seguridad que tenemos establecidos son exactamente los mismos dentro de la ciudad que fuera, aunque tenemos una ventaja entre comillas en los tiempos de reacción que tenemos de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado por estar aquí y no a 30 kilómetros. No obstante, la protección del edificio le corresponde, por ley, a la Guardia Civil. Tenemos mucha relación con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado porque les damos cursos de documentoscopia para reconocer lo bueno de lo malo.

Pero, ¿ahora sería necesario adoptar más medidas o están cubiertos?
Nosotros somos incapaces de encontrar más medidas en el mundo. Estamos al nivel más alto.
Hablaba antes de falsificaciones y de cursos para diferenciar lo bueno de lo malo. ¿Tienen noticia de que vayan a más?
Cuanto más se conoce un billete en el mercado, más posibilidades hay de que lo falsifiquen, porque tienen la muestra para copiar y tiempo para desarrollar. La nueva serie de billetes intenta ir por delante de los falsificadores. Cuando se lanzó el billete euro bajó drásticamente la media de falsificaciones en todos los países de la zona euro. En algunos billetes aumentaron las falsificaciones de forma gradual, pero también hay que diferenciar entre falsificación e imitación. Imitaciones ha habido muchas, no porque sea fácil, sino porque el público presta menos interés. Cualquier ciudadano mira mucho a un billete de 100 euros o de 200 euros porque es un volumen económico importante. Uno de 20 o de 50 euros se mueve muchísimo, te pueden dar muchos juntos y por el volumen económico no supone tanto. De alguna manera, el ciudadano tiene cierto pudor a mirar el billete cuando se lo dan. Es más fácil que el de 20 euros o 50 euros cuele, y eso lo saben los falsificadores.

¿En esta fábrica sale papel para todos los valores de billetes?

En esta fábrica hemos sido los únicos que hemos fabricado las siete denominaciones de papel. Quizá Alemania también, pero nosotros hemos fabricado cinco denominaciones para nuestra imprenta y las otros dos, los de 200 y 500 euros, que en España no se imprimen, las fabricamos para Bélgica. A partir de ahí, dependiendo de los años, fabricamos unos billetes u otros, no siempre son los mismos. Este año, por ejemplo, fabricamos 20 euros para Portugal, 10 euros para Irlanda, 50 para España, 5 euros serie dos también para España. Pero igual vamos mañana a una licitación para billetes de 100 en Italia, depende.

Pero en cuanto a la producción de la fábrica de Burgos, quién se la marca, ¿el Banco de España o el BCE?
A grandes rasgos, entre todos los fabricantes hacemos todo lo que hay que fabricar y luego se intercambia. El BCE determina, en función de las políticas monetarias de cada país, los billetes que hay que emitir. Normalmente, cada año hay que reponer entre 6.000 y 8.000 millones de billetes. Y de estos, dice exactamente de qué denominaciones. Luego los bancos se ponen de acuerdo entre ellos y los que tienen imprenta piden papel de las denominaciones y en las cuantías que necesitan. Y ahí entramos nosotros. En el caso de España tenemos una adjudicación para fabricar para nuestra imprenta.

¿Todos los billetes que se se retiran es por deterioro?

Los bancos centrales tienen unas máquinas selectoras con unos parámetros que determinan qué billetes deben ser retirados. Normalmente, en el mundo, el 80% de los billetes que se retiran es por suciedad y el resto por deterioro: roturas, trozos que faltan... Todos los que se quitan se reponen para evitar la inflación.
Pero entre 6.000 y 8.000 millones es muchísimo.
Estos son los que se producen para reponer. Ahí están los que se reponen en todo el sistema euro, los que van fuera de nuestras fronteras y los que van como contingencia de seguridad. Las políticas de emisión y caja son de los bancos centrales, pero no nos asustemos: Nigeria emite 9.000 millones de billetes cada año, India 12.000 millones, Indonesia 7.000... El euro es muy importante, pero el volumen en mercado está en otros países, que es en los que tenemos que estar nosotros.

¿Tienen problema de morosidad?
Nosotros trabajamos con cartas de crédito irrevocables. Si no hay una carta de crédito en un banco reconocido, no empezamos a producir. Si no... Con países como Nigeria es difícil que cobres, y nosotros no podemos poner el dinero del ciudadano en riesgo.

Y entrar en mercados como Estados Unidos es viable?
Estados Unidos, que es el líder del libre mercado, lleva 250 años suministrándose del mismo fabricante de papel. Nosotros tenemos muy buena relación con ellos y hablamos de algunos desarrollos nuestros. Por ejemplo, tenemos un elemento táctil de seguridad para invidentes y discapacitados visuales que ha generado mucho interés, sobre todo en países que tienen todos los billetes del mismo formato. Hemos estado en Corea y China por este tema, y Estados Unidos también estuvo interesado, pero como tienen una sola papelera es muy complicado. En cualquier caso, es un mercado cerrado porque tienen sus plantas y, además, su papel es un poco diferente al nuestro. Lleva mucho de fibra de lino que hace que la marca de agua sea un desastre, pero hace que tenga un poco más de resistencia sin ningún tipo de protección ni barnizado.

¿Cuáles son los retos de esta fábrica?
Es una empresa pública que se gestiona y compite en el mercado con empresas privadas. Es decir, tenemos un funcionamiento cuasi privado en materia de gestión y, sin embargo, tenemos todas las limitaciones y compromisos a los que nos obliga una empresa pública. Por lo tanto, objetivos fundamentales son la adaptación tecnológica para suministrar todos aquellos papeles que se demandan en el mercado, que son de última tecnología. Segundo, poder seguir en la línea de investigación y desarrollos internos, para tener elementos que nos generen ventajas competitivas en el mercado. Y el tercero, y muy importante, es, sobre todo, que podamos hacer un rejuvenecimiento y una cobertura de todas las vacantes que se nos vayan generando, dado que en materia de contratación, como empresa pública sujeta a la ley de presupuestos generales del Estado tenemos muchas limitaciones.

¿El personal es funcionario?
Aquí no hay ningún funcionario, empezando por mí. Todos somos empleados públicos al servicio de la Administración. Tenemos un contrato laboral al uso y no somos funcionarios.

Pero, ¿se accede por oposición?
Se accede por oposición porque, al estar sujetos a la Ley de Presupuestos Generales del Estado, estamos sujetos a la oferta de empleo público. Tenemos los mismos preceptos en incorporación y en contratación que los funcionarios, pero no tenemos las mismas garantías que en empleo. Tenemos un contrato laboral que se puede rescindir.

Fuente: Diario de Burgos


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