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Si Grecia saliera del euro…

El parlamento europeo

Opinión de Héctor S. Marqueño Collado en economía digital.

Cuando se habla de que Grecia salga del euro, se suele pensar en que vuelva a la dracma, que era la moneda griega anterior al euro. Algo equivalente sería la creación de una nueva moneda con otro nombre, aunque fuese tan original como el de euro griego. ¿Qué supondría esto? Primero, debemos recordar que las monedas cotizan en mercados de divisas, y que su cotización depende de la oferta y demanda, de las ventas y compras de la moneda. Y estas, desde luego, dependen de la confianza que se tenga en una moneda. ¿Ofrecería confianza la moneda de una Grecia expulsada del euro? Evidentemente, no. No solo los mercados, los ciudadanos griegos correrían a cambiar sus ahorros en la nueva moneda (dado que los bancos cambiarían automáticamente los ahorros en euros por ahorros en nuevas dracmas) por otra que ofrezca más confianza, ya sea (fundamentalmente) el euro, el dólar, o la lira turca. La cotización de la nueva moneda caería estrepitosamente, lo que lanzaría a los griegos a sacar sus ahorros de las entidades bancarias y convertirlos en euros u otra moneda más estable. Si continuase el proceso, se produciría el colapso del sistema financiero griego y de la moneda misma. Con toda probabilidad, el gobierno griego, previendo dicha situación, decretaría un corralito (es decir, la prohibición de sacar más de una determinada cantidad de dinero del banco), incluso antes de que empezase a darse dicho escenario. Pero ello no evitaría una catastrófica depreciación, esta vez sí, a manos de aquellos agentes del mercado que no estuviesen atados de pies y manos como el pueblo llano. Una depreciación que, con todo, sería inmensamente menor que la que se produciría sin corralito.

Citi estima la posibilidad de que Grecia salga del euro en un 50%, calculando entonces la depreciación de la nueva dracma en un 48% en un año, concentrándose la mayor parte en los tres primeros meses. Yo diría que el campo de posibilidades de depreciación de una nueva dracma iría desde una gran depreciación, como la que Citi estima o mayor, hasta, en un caso extremo, una hiperdepreciación, acompañada de la primera hiperinflación en un país europeo en el siglo XXI, que supondría la destrucción total de los ahorros de los griegos y el más absoluto caos.

El escenario de salida del euro del que, no sé por qué, no se habla mucho es el de renunciar a una nueva moneda. Es decir, Grecia sale del euro porque renuncia a su presencia en todos los órganos de gobierno del mismo (de todos modos, ¿cuál era su influencia a la hora de marcar el rumbo de la política monetaria?) y, eso sí, renuncia a acuñarlo. Sin embargo, no lo sustituye por una nueva moneda, continúa considerando como moneda de curso legal el euro. Esto evitaría el descalabro nacional de una nueva moneda, si bien, seguirían unidos a la política monetaria europea para lo bueno y para lo malo. No sería el primer caso: Andorra, Kosovo y Montenegro tienen como moneda el euro desde su creación, sin acuerdo previo ni potestad para acuñarlo. Y si se piensa que ello es posible solo porque son países pequeños, debe recordarse que Ecuador tiene como moneda el dólar estadounidense. Por cierto, la población de Ecuador son 14 millones de habitantes, y la de Grecia, 11 millones. Así pues, este sería un escenario posible, y el menos malo de entre aquellos que pasan por una salida de Grecia del euro.

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