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La idea de una salida de Grecia del euro se abre paso como mal menor

Una manifestante se lamenta en Atenas frente al Parlamento

Oficialmente, nada ha cambiado y sobre la mesa el objetivo sigue siendo mantener a Grecia en el euro. Sin embargo, en los últimos meses la idea de que este país abandonase la moneda única se ha abierto paso con toda normalidad y, de hecho, después de todas las medidas que los líderes de la zona euro han impuesto, nadie es capaz de ver un camino para evitar la bancarrota de Grecia. A la vista de la actitud reticente de los ministros de Economía en el eurogrupo extraordinario del jueves por la noche, se diría incluso que no les importa provocar a los dirigentes y a la sociedad griega, para que sean ellos mismos los que escojan el camino de salida del euro. Y, desde luego, cada vez más amplios sectores de la sociedad griega lo reclaman a gritos. ¿Hasta cuándo podrá soportar la presión el primer ministro tecnócrata Papadimos?

Desde el punto de vista formal, la opción de abrazar el euro sigue siendo «irreversible», lo que significa que no existe un camino legal para que un país pueda volver a emitir su propia moneda, pero —como se suele decir en Bruselas— en el campo jurídico en la UE no hay nada imposible. Y lo que parece aún más imposible es encontrar una solución para evitar la bancarrota de Grecia, con o sin el nuevo programa de asistencia, de al menos 130.000 millones de euros.

«Tenemos que reconocer que nadie sabe en realidad qué podemos hacer sacar a Grecia del hoyo» confesaba a ABC este viernes en privado un alto funcionario de la Comisión Europea. «La situación es tal que Grecia debe elegir entre el abismo o el precipicio».

Meta inalcanzable

Ese mismo funcionario admitía que en público no puede abandonar la tesis de que el objetivo es mantener a Grecia dentro de la zona euro, pero lo hace «sabiendo que la meta que le hemos impuesto para 2020 es inalcanzable y en todo caso, aunque llegasen a reducir la deuda al 120% del PIB, sería una situación que a todas luces no es realista ni sostenible».

Tampoco sabe nadie cuales serían exactamente los efectos para la moneda única de la salida de Grecia del euro, pero algunos que pueden hacerse una idea aproximada, como la vicepresidenta de la Comisión, Neelie Kroes, han decidido quitar importancia al supuesto. Sus declaraciones de la semana pasada diciendo que «no es cierto que si un país dejase el euro se caería toda la estructura» tuvieron el efecto de un maremoto.

Algunos dicen que estas reflexiones de la comisaria —demasiado medidas como para no ser deliberadas— tenían que servir para aliviar la presión sobre los dirigentes europeos y trasladarla a los griegos. Si, como dice Jacob Kirkegaard del Peterson Institute of International Economics «la realidad es que el riesgo de un eventual contagio griego es cada vez menos creíble», entonces resulta más fácil para el resto del eurogrupo apretar las tuercas a los griegos y exigirles cumplir hasta la última coma de sus recomendaciones y exigencias.

El mejor ejemplo de esta tesis ha sido la última reunión de los ministros del euro, que lejos de ayudar a respirar a Papadimos y a su ministro de economía Evangelos Venizelos le devolvieron a Atenas con las manos vacías y con el mensaje de que no aceptarán nunca más una solución a medias. Amadeu Altafaj, el portavoz del comisario Olli Rehn, no ha tenido reparos en admitir que los 325 millones de euros extras de recortes para este año que se le exigieron a Grecia en el eurogrupo eran la cantidad que Papadimos había invertido en el capítulo de pensiones para que los partidos políticos no rompiesen las negociaciones sobre todo lo demás.

Cincuenta por ciento

El análisis de perspectivas de Citygroup de la semana pasada afirma que existe un 50% de probabilidades de que Grecia salga del euro en el próximo año y medio, algo que en septiembre pasado este mismo informe consideraba relativamente improbable. Una probabilidad sobre dos significa que no es más descabellado planificar la salida y el aislamiento de Grecia del Euro que mantenerla en su seno, pendiente de los efectos del contagio de sus problemas.

La salida de Grecia del euro aparece incluso como una garantía de que los otros dos países que se encuentran bajo un programa de asistencia (Irlanda y Portugal) renunciarían definitivamente a pedir que se les perdone partes de su deuda, como está intentando negociar Grecia con los acreedores privados. Para los bancos agrupados en el Instituto Internacional de Finanzas, cada mención a una posible vuelta del dracma es un aldabonazo para seguir cediendo en las negociaciones sobre la deuda de Atenas, puesto que mientras Grecia esté en el euro aún pueden mantener la esperanza de recuperar una parte de sus inversiones, mientras que en caso contrario, toda perspectiva de salvar una parte puede desvanecerse.

Por encima de los análisis económicos, la situación más compleja proviene de la propia coyuntura de Grecia. Para los griegos es cada vez más insostenible la perspectiva de vivir como si el país fuera una especie de fideicomiso europeo, con la administración plagada de delegados de la Comisión Europea —cuando no directamente dependientes del gobierno alemán— verificando las cuentas del Estado como nuevos inquisidores. Para los responsables de la Comisión resulta inconcebible que un país funcione sin administración, sin mecanismos para recaudar impuestos o para perseguir a los defraudadores. Para los países nórdicos, con Alemania a la cabeza, es sencillamente una aberración.

A Papadimos le han dimitido ya 2 ministros y 5 viceministros. Hoy hace frente a su enésima votación de confianza en el Parlamento, que debe aprobar el programa que le ha exigido la troika y que ha sido percibido por los griegos como una vuelta de tuerca más en el infierno de sus desventuras. ¿Hasta cuándo podrá mantener esta política? Peor aún, ¿cómo podrá seguir resistiendo la ira de los griegos ahora que ya se sabe que ni siquiera con este nuevo plan de salvamento se pueden resolver las cosas?

Resulta curioso que una encuesta que planteamos en esta web opine exactamente lo mismo que CITYGROUP:
- ¿Abandonará Grecia el Euro?

Fuente: ABC

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